Durante su adolescencia, Muv se enamoró de un escritor. No lo conocía en persona. Sólo había leído todos los libros que el escritor publicó - él era una especie de promesa de las letras argentinas, en aquel momento. Ni siquiera le conocía la cara pero aseguraba que él entendía lo que ella sentía, que él la comprendía aún sin necesidad de verla, como sólo se puede asegurar a los diecisiete.
Muv devoraba los suplementos literarios esperando encontrarlo. No faltaba un solo día a la Feria del libro y una noche, sorpresivamente, encontró al escritor a la salida de un cine.
Pasaron unos años. El amor adolescente se evaporó como todos los amores adolescentes de Muv (no crean que el escritor fue del único que Muv se enamoró, no. Tambien se enamoró de un locutor, de un actor y de un músico con igual destino), el escritor se fue a vivir a otro país, se casó dos o tres veces con mujeres de distinta nacionalidad. Cada tanto Muv lo recordaba con ternura aunque casi no lo leía.
Hace unos días, Muv tuvo una entrevista en una editorial dónde casualmente se volvió a encontrar con el escritor que quién sabe por qué la reconoció.
-Ya nos conocemos, no es cierto-dijo el escritor mientras daba un paso hacia adelante para saludar a Muv.
-Nos hemos visto, sí- aseguró ella con un poco de vergüenza.
-¿Dónde?-preguntó el escritor, ahora, demostrando que el paso del tiempo fue muy cruel con su cara y su cuerpo.
-Bueno, nos vimos hace diez años en la Feria del libro y en la librería Gandhi y a la salida del cine.
-Eras mi fanática. Te voy a decir una cosita - dijo el escritor- cuándo yo contaba que una chica me seguía a todos lados, nadie me quería creer.
Muv sonrió y se puso un poco colorada.
Tomaron un café, hablaron de trabajo, de otros escritores. Y todo fue cordial y amable, casi todo el tiempo, menos cuando el escritor se ponía intimidante con sus dichos o sacaba chapa de hombre muy leído.
¿Sabés?- le contó Muv a Salvador por telefóno - Hubiese preferido no conocerlo. Mi escritor era mucho más interesante que la persona que es.
Salvador bufó.
Muv devoraba los suplementos literarios esperando encontrarlo. No faltaba un solo día a la Feria del libro y una noche, sorpresivamente, encontró al escritor a la salida de un cine.
Pasaron unos años. El amor adolescente se evaporó como todos los amores adolescentes de Muv (no crean que el escritor fue del único que Muv se enamoró, no. Tambien se enamoró de un locutor, de un actor y de un músico con igual destino), el escritor se fue a vivir a otro país, se casó dos o tres veces con mujeres de distinta nacionalidad. Cada tanto Muv lo recordaba con ternura aunque casi no lo leía.
Hace unos días, Muv tuvo una entrevista en una editorial dónde casualmente se volvió a encontrar con el escritor que quién sabe por qué la reconoció.
-Ya nos conocemos, no es cierto-dijo el escritor mientras daba un paso hacia adelante para saludar a Muv.
-Nos hemos visto, sí- aseguró ella con un poco de vergüenza.
-¿Dónde?-preguntó el escritor, ahora, demostrando que el paso del tiempo fue muy cruel con su cara y su cuerpo.
-Bueno, nos vimos hace diez años en la Feria del libro y en la librería Gandhi y a la salida del cine.
-Eras mi fanática. Te voy a decir una cosita - dijo el escritor- cuándo yo contaba que una chica me seguía a todos lados, nadie me quería creer.
Muv sonrió y se puso un poco colorada.
Tomaron un café, hablaron de trabajo, de otros escritores. Y todo fue cordial y amable, casi todo el tiempo, menos cuando el escritor se ponía intimidante con sus dichos o sacaba chapa de hombre muy leído.
¿Sabés?- le contó Muv a Salvador por telefóno - Hubiese preferido no conocerlo. Mi escritor era mucho más interesante que la persona que es.
Salvador bufó.