martes, diciembre 12, 2006

Pánico

De repente empezó a sentir que los latidos del corazón se le aceleraban. Pensó: no puede estar pasandome esto de nuevo. No otra vez.
Necesitó respirar más rápido cómo si le faltara el aire, pero no le faltaba. Yo no quiero que me pase esto, dijo.
Se sentó en el suelo. Se abrazó las rodillas. Otra vez, no. Otra vez, no.
Salvador se acomodó cerca.
¿Y ahora quién fue? preguntó. ¿Ahora quién fue el que te dejó en este estado?
A Muv se le había endurecido la lengua, no quería hablar, no podía.
Salvador le apoyo una mano en la espalda y le pidió que se calmara, que no pasaba nada, que estaba todo bien.
Le propuso contar en escala de dos, de cien hacía atrás.
A medida que pasaban los números, Muv comenzaba a relajarse. Primero aflojó los brazos. No levantó la cabeza porque había llorado y nunca le gustó llorar en público, ni siquiera delante de Salvador.
Y ahora qué pasó, repitió Salva cuándo la vio más tranquila.
No pasó nada, dijo Muv, tapándose los ojos con las manos, vos sabés: siempre me enamoro en verano.