martes, agosto 21, 2007

Fiebre

Cuando volvió a la casa, cerca del mediodía, la sorprendió encontrar a Salvador metido en la cama. Se acercó y le puso la mano en la frente. Volaba de fiebre.
Caminó hasta el baño y revolvió en el botiquín hasta encontrar un antifebril. Con la tableta en la mano llegó hasta la cocina. Sirvió un vaso de agua y desanduvo el camino hasta el dormitorio. Apoyó el vaso sobre la mesa de luz y estiró la mano ofreciendo el remedio.
Salvador se movió, quejándose. Agradeció y se metió la pastilla en la boca. Con cara de asco tragó el agua del vaso.
Ya comiste, preguntó Muv. Salvador negó con la cabeza.
No tengo hambre. Me siento mal.
Me alegro, pensó Muv, pero preguntó con tono seco: Qué te duele.
Todo, respondió Salvador.
Gripe, dijo Muv, por andar en pelotas por el patio. Te lo dije. Llamaste al médico?
Pasé por el médico del laburo cuando sentí que tenía fiebre. Me mandó a casa.
Ya veo.
¿Cómo te fue?
Mal. Cómo me va a ir. Tengo que llamar el martes.
No te atendió.
Muv lo miró. Ni volando de fiebre querés dejar de preocuparte, pensó y respondió que sí, que la había atendido y que le pidió tiempo para pensar.
Qué cagada, dijo Salvador. Me siento culpable.
Hacés bien, respondió Muv y salió del dormitorio.
Revisó el contestador: su madre los espera a cenar; la madre de Salvador quiere saber si siguen vivos, un llamado automático intenta venderles un seguro de emergencias médicas y un payaso que sale por televisión les tira la manga para una entidad sin fines de lucro.
Muv borró todos los mensajes.
Volvió al dormitorio.
Se acostó vestida al lado de Salvador.
Tenés hambre?
No.
Necesitás algo?
Que hablemos, dijo Salvador.
Y a vos te parece que estás en condiciones de hablar, preguntó Muv, sin mirarlo.
Sí, respondió Salvador. Me siento muy mal por lo de esta mañana. Me sentí mal todo el día.
Mirá vos, dijo Muv.
Todavía estás enojada. No aguanto que estés enojada. Hablemos.
Estoy harta de hablar, Salvador. Ya no sé qué más hay para decir.
Salvador giró. Se acomodó la ropa de cama y quedó hecho un gusano.
Todas las parejas tienen sus quilombos, Muv. Hablemos.
Muv resopló.
No encuentro nada para decir. O mejor, sí tengo algo para decir: me parece que vos y yo no somos una pareja. Las parejas son diferentes. Nosotros somos dos personas que viven juntas, nada más. Cogemos, tenemos un pasado juntos pero no somos una pareja. Somos dos solteros juntados. No es lo mismo que una pareja.
No lo veo de esa manera, dijo Salvador, acercándose más a Muv y comenzando a temblar.
Cuál es nuestro proyecto, Salva, preguntó Muv.
Uh, vas a empezar con eso.
No querías hablar? Entonces, hablá. Cuál es.
No sé. Formar una familia. Vamos a tener hijos y todo eso, respondió Salvador y cerró los ojos.
Muv se quedó callada. No esperaba esa respuesta. Esperaba algo del estilo "irnos de vacaciones" o "comprar un auto".
No estamos listos para ser padres, dijo Muv, después.
Yo creo que si, respondió Salvador comenzándose a dormir. Sería nuestra única salida. La única forma de empezar a mirar para adelante.
Y después de decir eso, empezó a roncar.
Muv lo miró de cerca. Le tocó la frente y todavía seguía con fiebre.
Estamos demasiado solos, pensó y se levantó de la cama.