domingo, julio 15, 2007

Evaluación

Ya sé, ya sé. Ya sé que hablo de Salvador como si no hiciera pis pero qué querés. Yo lo veo y me hace una cosa acá, dice Muv tocándose el esternón. Y cuando no lo veo y pienso en él, no sé, tuerzo la cabeza como Forrest Gump y me sonrío. No lo puedo evitar. Es lo que me pasa. Y no me salgas con qué por qué pienso que me pasa. Me pasa porque lo quiero, porque no pensé que me iba a sentir así nunca más después de los diecisiete. Porque me puedo pasar horas mirándolo y porque podemos estar muchos ratos sin hablar y porque nadie en todo este mundo me conoce como me conoce él. Y porque él me vio llorar a los gritos, emborracharme, vomitar, enfermarme, casi morir, resucitar y volver a llorar, emborracharme, vomitar, ser feliz un ratito y nunca, nunca, nunca me dijo lo que tenía que hacer. Siempre estuvo conmigo. Como fuera.
Y porque si ahora me acuerdo que la primera vez que dormimos juntos, se acostó vestido y me abrazó y no me tocó un pelo porque yo estaba borracha y fumada y decía pavadas, se me saltan las lágrimas.
Y me pueden decir lo que quieran: que es medio nabo, que vive en una nube de pedos, que me queda corto, que no sabe hacer más que meter la pata, que siempre dice algo incoveniente. No sé. Me pueden decir todo lo que quieran. Y pueden repetir hasta cansarse, todos los días, que no es el tipo para mí que a mí no me va a importar. Y si me equivoco, me equivoco y a la mierda. Es mi vida y yo la vivo como quiero. Y me enamoré de este tipo, después de muchísimos años. De un tipo que no es una bengala en la oscuridad, que no pretende ser premio nobel ni millonario pero que compró una casa para vivir conmigo y tiene un anillo escondido para mí.
Que se mandó una cagada? Sí, se mandó una cagada. Pero quién no se la mandó alguna vez. Ninguno, ni uno solo de los que dicen que Salvador no sirve para nada tiene la conciencia tan limpia como para hacer juicios de valor. Nadie.
Y si yo lo quiero como nunca quise, cosa mía. O ahora me van a decir que uno elige de quién enamorarse. Por favor, que me dejen de joder. Si la vida fuera una cosa tan exacta, tan predecible, no se hubiesen escrito tantas novelas de amor.
Y punto. No voy a seguir dándole vueltas a este asunto. No voy a contestar nunca más por qué elegí a Salvador y no a otro. Porque la respuesta es una sola: Porque sí.
Muv se levantó de un salto.
Y dejamos acá, dijo mirando a la licenciada que también se levantó de su lugar después de un minuto de perplejidad.
Caminaron unos pasos.
No sé si quiero seguir viniendo, dijo Muv.