viernes, julio 06, 2007

Nombre

No se preguntó cómo fue que lo vio entre la multitud que estaba cruzando Córdoba, a la altura de Florida. Solía pensar que en alguna parte de su cuerpo se escondía una antena que captaba las señales de todo conocido que rondase diez cuadras a la redonda.
Suspiró.
Uh. No. No quiero hablar con este salame. A lo mejor no me ve, pensó mientras cruzaba, pero en cuanto quedaron a una distancia de dos metros, escuchó que le gritaba.
¡Muv! ¡Ey, Muv!
¡Hola! respondió ella y sonrió mostrando los dientes como si la hubiesen pisado y el pisotón le doliese mucho.
Vení, vení, dijo él.
Muv lo siguió con la sonrisa puesta hasta la vereda. Recordó cuando lo conoció, un fin de año, en una fiesta. Y recordó que lo vió durante cuatro o cinco meses, durante los días de semana, entre las ocho y las diez de la noche.
¡Qué decís! ¡Tanto tiempo! ¿Cuántos años hace que no nos vemos? ¿Cinco? ¡Seis! ¡Sí, seis! La edad de Malena. ¿Cómo andás? ¿Qué es de tu vida?
Muv siguió sonriendo. Todo bien, respondió. Todo bien.
¿Tenés tiempo? Tomemos algo, le ofreció.
Estoy un poco apurada.
Dale, diez minutos. Tomamos algo.
Se sentaron en un bar que quedaba justo en la esquina, cerca de una ventana.
Contame, le dijo él.
Bueno, dijo Muv, todo bien. Estoy de novia, busco laburo, se murió la Oma.
Uh. Che, lo siento mucho. Falleció hace mucho, preguntó y el uso de la palabra "falleció" le sonó tan mal a Muv que solo dijo "unos meses" y prefirió cambiar de tema.
¿Seguís casado? le preguntó.
Sí, como siempre. Vamos y venimos. Las nenas, viste, respondió y soltó un larguísimo blableo de por qué las cosas no funcionaban con la mujer.
Muv no lo escuchaba. Seguía recordando. Recordó como se aburrió con él, los últimos dos meses que lo vió y la forma en que, espaciando los encuentros, finalmente, dejó de verlo.
Sí, dijo Muv. Claro. Las nenas.
Te llamé un par de veces, dijo él. Te mudaste?
Sí. Ahora vivo con Salvador.
¡Salvador! ¿Cómo anda?
Bien, re bien, dijo Muv y esta vez, sonrió sinceramente.
Qué estaba pensando cuando decidí tener una historia con vos, pensó Muv. En qué mierda me había puesto a pensar. Carajo, sí que me daba lo mismo cualquier cosa.
¿Se lleva bien con tu novio?
Es mi novio, dijo Muv, sin dejar de sonreír.
Cierto, cierto que era medio nabo. Pobre. Sigue siendo un buen tipo.
Uh!! Mirá! Yo siempre supe que iban a terminar así.
Jé.
Claro, ahora lo sabe todo el mundo.
Muv miró el reloj. Tomó el café que el hombre pidió para ella, de un solo sorbo.
Se me está haciendo un poco tarde, mintió.
Ah, qué lástima, dijo él. Yo siempre tuve ganas de tener una conversación larga con vos.
¿Larga? ¿sobre qué?
Y... sobre por qué nos dejamos de ver.
Ah.Sí, bueno, contestó Muv levantándose de la silla. Me alegro de verte bien.
No nos dejamos de ver. Yo te dejé de ver porque vos seguías casado y la jugabas de novio.
¿Te puedo ubicar en algún lado? preguntó él.
¿Para?
No sé, para charlar un rato. Ir a tomar algo, otro día con más tiempo.
No, mejor no, dijo Muv y se acercó a darle un beso.
Se alejó sin darse vuelta.
El hombre se quedó sentado y Muv apostó que la siguió con la vista a través de la ventana.
Qué increíble, pensó Muv cuando casi llegaba a Corrientes. No pude recordar como se llamaba.
Pero cuando subió al subte, repitió: Fabián. Así se llamaba: Fabián.