jueves, septiembre 13, 2007

Lista

Yo los conocí a todos. En persona. Además los conocí por ella, por lo que ella contaba, dijo Salvador.
Puedo hacer la lista de, por lo menos, doce tipos con los que estuvo. El que recitaba poesía y se aburría; el que le cantaba canciones de Spinetta -y Muv odia a Spinetta-cuando acababa; el que estaba convencido de que la tenía muy ancha pero en realidad era bruto. A ese último, lo engañaba como a un chico. Lo dejaba hablar, el tipo se inflaba de orgullo. Se creía la poronga del continente. Después, no sé. El que no se quería comprometer; el que tenía miedo; otro pibe que le pedía que le subvencionase la vida. O se metía con alguno que necesitaba una madre más que una mujer. O con el que la tenía de hija. No sé. Siempre eligió para el culo. Nunca eligió bien. Yo pago un poco las consecuencias de todos esos. Y para decir la verdad, a veces no sé si yo también entro en ese grupo de malas elecciones de Muv.
Y vos elegís bien, preguntó José levántandose un poco los anteojos.
Yo nunca me quedé demasiado tiempo con nadie como para asegurarme de meter la pata. Si estaba cómodo, perfecto. En dónde me parecía que no daba, me iba. Creo que no me arrepiento de actuar así. Además, yo siempre quise estar con Muv. Donde estoy ahora. No sé si elegí bien. Pero es lo que yo quería. Es lo que quise desde que supe que me gustaba.
Cuándo lo supiste.
Salvador hizo memoria.
Siempre lo supe pero me hice el boludo hasta que me empecé a aburrir con todas las que conocía. Prefería quedarme viendo una película con Muv que terminar cogiendo con alguna de esas.
Qué tiene Muv que la hace tan atractiva, le vuelve a preguntar José.
Y yo qué sé que tiene para los demás. Se qué tiene para mí.
Sí. La pregunta es para vos, dijo José sonriendo de costado.
Muv es divertida. No tiene las cosas supuestamente femeninas que tienen todas, como... ponele: no necesita que la llames todo el tiempo, no le gusta que le regales flores, se pregunta cómo es el camino del agua desde la rejilla de la bañera hasta Aguas Argentinas. No sé. Tiene algunas cosas parecidas a mi vieja, respondió Salvador y aclaró: no vine para hablar de mi familia, eh. Vine a hablar de Muv.
Ajá, dijo José y anotó algo en un block.
Por más que se la pasa llorando, es fuerte. No sé como explicarlo. Aunque esté en su peor momento, si te ve mal, no te deja caer. Yo no conocí otras minas así. Es capaz de darte todo lo que tiene sin que vos se lo pidas, sólo porque, sin que te avivaras, se dio cuenta de lo que necesitás. También te puede sacar todo de un solo tirón. Yo la he visto.
Debe ser difícil dar todo lo que uno tiene, no, Salvador?
No sé. Yo también le doy todo lo que tengo pero no me doy cuenta de lo que necesita, si ella no lo pide. Por eso, a veces, no sé bien que hacer. Intento darme cuenta qué necesita pero nunca me doy cuenta. Yo pensaba que ella quería que yo me aburriera y la dejara. Apareció Silvina. Me la cogí. Cuando Muv se enteró sacó un pasaje y se fue. Y no tuve forma de convencerla de que se quedase. Me sentí el tipo más imbécil del mundo. No quiero pasar por eso nunca más.
Entonces, el principal problema es que Muv se escape, concluyó José.
El problema es que yo no quiero seguir siendo el Forrest Gump de esta historia ni que Muv sea mi Jenny.
Salvador se miró los zapatos. Se quedó callado.
Entre las múltiples lecturas que se pueden hacer de esa película, para su condición, Forrest Gump resultaba bastante exitoso, dijo José.
Claro, dijo Salvador y se quedó pensando un rato. La cosa es que a mí casi todo me sale mal.
Seguimos la semana que viene, dijo José y se levantó para acompañar a Salvador hasta la puerta.