jueves, septiembre 20, 2007

Bien

Salvador lavaba los platos y cantaba. Cantaba fuerte.
"Ella fue por esa vez, mi héroe vivo. Bah! Fue mi único héroe en este lío. La más linda del amor que un tonto ha visto soñar; metió metió mi roncanrol, ba-jo-es-te-puuuuuuul-sooooo".
Cantaba y enjabonaba los platos mientras Muv, apoyada, sobre el marco de la puerta de la cocina, lo miraba cantar.
Sos horrible cantando, Salva, le dijo y movió la cabeza, cerrando los ojos, de derecha a izquierda. Decí que yo te quiero tanto que puedo soportar que cantes y mucho más.
Salvador se rió, se mojó la mano, hizo un montoncito con los dedos, se acercó a ella y los abrió una y otra vez hasta salpicarle la cara.
Qué pendejo. El pende viejo. El pende viejo que canta canciones de los redondos.
Callate, tarada. Por qué te pusiste peleadora? Te pasó algo hoy.
Muv pensó en el chico del subte y se dijo: mejor no le cuento nada.
Nada, dijo. Qué me va a pasar.
Bueno, entonces, andá, andá al recital de Soda Stereo, respondió Salvador.
Qué hambre. Boludón. Si los redondos también me gustaban, qué decís. Sólo los "na-bos" no escuchaban Soda porque les gustaban los redondos.
Sí, los "na-bos" a los que no les gustaban las canciones llenas de palabras esdrújulas pretenciosas.
Hambre, hambre, dijo Muv. Dónde estabas hoy a la tarde que estuve dele llamar al telefonito y no me atendía nadie.
No me cambies de tema. Estamos tratando un asunto que puede ser causal de divorcio.
Muv carraspeó. Soy soltera, y carraspeó otra vez.
Detalles, dijo Salvador. Sólo detalles.
Sah, dijo Muv. Dónde estabas hoy que me atendía la señora del contestador?
Salvador terminó de enjuagar un plato y empezó a lavar los vasos.
No tenías señal?
Tenía, dijo Salvador, pero estaba apagado.
Ajá. Y por qué? le preguntó mirándolo con el ceño fruncido.
Salvador volvió a cantar: "mordí el anzuelo una vez maaaaas"
Contestame, Salvador.
Lo tenía apagado porque estoy yendo a terapia, dijo de corrido sin levantar la vista del vaso que estaba enjabonado.
Qué qué?
Eso. Empecé terapia.
Muv dio un grito. Se le abalanzó, le hizo soltar el vaso que cayó de canto sobre el chorro de agua y comenzó a mojarlos.
Muy bien! Muy bien! Muy bien, Salva! Qué contenta me pone que vayas. Qué bien! Qué bien! Te va a hacer re bien, le dijo mientras le llenaba la cara de besos y lo abrazaba fuerte. Yo quiero que estés bien, Salva. Que te sientas bien. Contento. Que seas feliz. Siempre quise que seas feliz.
A Salvador le tembló algo adentro. Ella seguía hablando sobre lo bien que le iba a hacer, sobre lo contenta que estaba, sobre lo bueno de que haya tomado la decisión sin consultarla pero él ya no la escuchaba. En la cabeza le sonaba una frase que la Oma le había dicho mientras Muv estaba de viaje, cuando caminaban, a la salida del médico.
Tenías razón, Oma. Es hermoso sentirse querido pero más hermoso es que te quieran bien, pensó mientras Muv repetía lo bien que le iba a hacer, qué cuánto mejor se iba a sentir y que ella lo acompañaría en todo lo que él necesitase.
Salvador, que por primera vez en su vida sintió que algo le temblaba dentro, tuvo ganas de llorar. De alegría.