viernes, abril 13, 2007

Caminar

Muv está en Londres con los ojos como el dos de oro, mirando todo lo que puede mirar y lo que no, también. Cada esquina, cada calle, cada galería del Museo Britanico. Los pubs, la gente, el Covent Garden. Camina y come fruta por la calle y vuelve a caminar y regresa a la habitación compartida del hostel tan cansada que no tiene fuerzas ni siquiera para hablar con Alma, la manager madrileña.




En Buenos Aires, Salvador acompaña a Oma al médico, obedeciendo a su pedido. "No quiero ir con mi hijo que es tan exagerado. Acompañame vos, nene."
El médico la revisa, le toma la presión. Qué te está pasando, le pregunta. Y la Oma que le cuenta que le duelen las piernas, que ya no tiene fuerza en las manos, que no tiene ganas de levantarse de la cama pero que no está triste. Que está cansada.
Cuántos años tenés, pregunta el médico.
Ochenta y uno, dice la Oma.
Comés bien, sigue preguntando el médico.
Como si tuviera doce años, contesta la Oma.
Salís a caminar?
Pero no acabo de decir que estoy cansada! Cómo voy a salir a caminar si estoy cansada.
Tenés que caminar, le dice el médico. Tiene que caminar, le dice a Salvador. Que salga por lo menos una vez por día, acompañada.
Oma lo mira a Salvador. Después hablamos, le dice dándole dos golpecitos en la mano. Salvador le dice que sí con la cabeza.
Cuando termina la consulta y ya están en la calle, Oma gruñe.
Estos médicos, se creen que una tiene a medio mundo a su disposición.
Bueno, Oma, dice Salvador.
Tomemos un taxi, nene, dice la Oma.
Salvador mira hacia los costados. Es una de las últimas tardes cálidas del otoño.
Vamos hasta la esquina, primero, aconseja Salvador que lleva a Oma colgando del brazo. Y cuando llegan a la esquina la engaña diciendole que les conviene la próxima cuadra y después, que un poco más allá.
Nene, dice la Oma, soy vieja pero no tonta. Un poco más allá, un poco más allá, ya me hiciste caminar cuatro cuadras.
Salvador se rie.
No jodas, Oma. Me escapé del laburo para acompañarte al médico. Acompañame vos un poco tambien, che.
No te hagás el vivo, dice la Oma y sonríe de costado.
Caminan un rato más. Pasan por una panadería y compran una docena de facturas. Después toman un taxi.
Oma llega está tan cansada que va directo a la cama. Salvador prepara café con leche para dos.
Cuando lleva la taza y el plato con facturas al dormitorio, la Oma dice: Va a volver, sabés. Ya debe estar arrepentida.
Salvador escucha y piensa que Muv, en Londres, de lo último que se acuerda es de ellos.