miércoles, abril 11, 2007

Deseo

El reloj marcó las 15.42. Muv terminó de armar la valija.
Revisó los armarios y los cajones. Pasó dos veces por el baño y se aseguró de haber guardado todo.
Cuando bajó al lobby arrastrando la valija, el taxi ya estaba en la puerta. Pagó la cuenta y notó la delgadez de su billetera.
Tengo que buscar trabajo, pensó. Si me voy a quedar, tengo que buscar trabajo. ¿Me voy a quedar? ¿Dónde me voy a quedar?
Arrimó el equipaje hasta la puerta del taxi. Sin ayuda ubicó la valija en el asiento y después de sentarse, cerró la puerta con tanta fuerza que el taxista la miró por el espejo.
Perdón, dijo. A Barajas.
No escuchó respuesta del taxista. El transito se movía lento y Muv movía la pierna como si un ejército de hormigas hubiese subido por la zapatilla. Se llevó la mano a la boca. Buscó con el filo de los dientes alguna piel reseca, pero no encontró ninguna.
No, se dijo. Basta de morderme.
Se dedicó a mirar los autos que pasaban. Cuando llegó a Barajas le sorprendió ver tanta gente, tantos autos, tanto todo, como si fuera nuevo, como si al llegar hubiese pasado por alto todos estos detalles.
Buen viaje, dijo el taxista cuando se bajó. Gracias, contestó Muv, para vos también.
Después de comprar el pasaje, y como faltaban dos horas para que su vuelo saliera, caminó hasta los teléfonos.
Después de marcar la infinidad de números necesarios para llamar a Buenos Aires, escuchó la voz de Salvador.
Pensó en hablar, pero a cambio se quitó un auricular y lo pegó al microfono del telefono. La música le tapó un poco la voz de Salvador aunque pudo escucharlo diciendo "hola, hola, quién habla"
Comenzó bajando el volumen del reproductor.
Quién habla, repitió Salvador con voz nasal.
Soy yo, dijo Muv, no cortes. Escuchá.
Salvador escuchó. Prefiero que hablemos, dijo.
Sh, contestó Muv, escuchá.
Cuando terminó la música, Muv dijo de un tirón:
Voy a Londres. Nada me haría más feliz que llegar y encontrarte. Tengo poco crédito y no podemos hablar mucho. Te extraño. Te quiero. Hagamos de cuenta que no pasó nada. Que estoy de vacaciones y que de un momento a otro voy a volver y que vamos a estar bien. Te llamo desde Londres, te lo prometo.
Muv, dijo Salvador, ¿por qué no volvés?
Todavía no. Se me termina el crédito. Te quiero, Salvador. En serio. Un beso.
Volvé, dijo Salvador pero se había cortado la comunicación.
A las 16, en el museo Thyssen Bornemisza, Cristo caminaba solo buscando a Muv y no la encontraba.