Revolvió en la mochila y sacó la caja. Faltaban quince minutos para que Joaquín pasara por su habitación a buscarla para salir a cenar.
Se metió al baño y sintió que todo el cuerpo le temblaba. Levantó la tapa del inodoro, se bajó la bombacha y se sentó. Abrió la caja del test y leyó con atención las instrucciones.
Metió la mano con el contenedor entre las piernas. Cerró los ojos. Puso cara de asco cuando sintió que se le mojaba la mano pero con cuidado la sacó de entre las piernas y apoyó la tira sobre el mármol del lavatorio. Metió la tira dentro del contenedor. Miró el reloj. Cinco minutos, pensó, sólo cinco minuto.
Se secó y con una mano sola se subió la bombacha. Se lavó las manos cuidando de no salpicar la tira.
Salió del baño y fue directo a la agenda y buscó entre los días de los meses pasados, las cruces rojas. Contó. Tres semanas y dos días. Demasiado atraso. Demasiado.
Joaquín llamó por teléfono.
Me falta, dijo Muv. Estoy viendo que me pongo. Sí. En media hora.
Que tipo hinchapelotas, dijo, colgando el tubo. Qué le vi yo a éste, esa vez. Qué mal estaba, por favor.
Volvió corriendo al baño. Se arrodilló y clavó la vista en la tira. Habían pasado tres minutos.
Por favor, por favor, por favor, dijo, arrodillada frente al lavatorio. Si no es ahora, cuándo. Por favor, por favor. Oma, Omita, que sea, que sea.
Cuatro minutos.
La puta madre que lo parió, por qué no compré el otro que era más rápido. Concha de mi madre, dale tiempo, pasá de una vez.
Le empezaron a doler las rodillas. Se sentó apoyando la espalda sobre la pared de la bañera. Intentó cantar una canción para tranquilizarse pero no pudo.
Se miró los dedos de los pies y después, los de las manos.
Se puso el índice en la boca. Lo mordió. Se pegó con la otra mano.
Eso no lo hacés más, estúpida.
Miró el reloj: cinco minutos. Cerró los ojos y los fue entreabriendo de a poquito, con miedo de lo que podía encontrar.
Dos rayas. Cinco minutos y dos rayas. Dos rayas.
Dos rayas, dijo Muv y buscó, desesperada, las instrucciones del test que había dejado tiradas dentro del bidet.
Dos rayas, leyó. "Dos líneas de color significan que estás embarazada (independientemente de la intensidad del color)"
Dos rayas, volvió a decir Muv. Dos rayas, carajo!
Salió corriendo hacia la habitación. Se tiró en la cama con fuerza y su cuerpo rebotó contra el colchón de resortes.
Dos rayas, carajo! Dos rayas. Lo llamo a Salvador. No. No lo llamo. Se lo digo mañana. Me quiero ir a mi casa. Me quiero ir a mi casa, ahora. Qué estoy haciendo acá.
Se paró sobre el colchón.
DOS-RA-YAS, cantó como si el colchón fuera la popular de una cancha. DOS-RA-YAS.
Sonó el teléfono. Joaquín, otra vez.
Pero todavía no estoy, te dije, dijo, agitada. Mah sí, me pongo cualquier cosa y bajo. Esperame abajo.
Se puso el mismo jean que había usado todo el día. Se cambio la remera por una con capucha y se colgó de la tira del bolso, el único buzo que había llevado.
Cuando bajó no supo cómo ocultar la sonrisa.
Qué linda, dijo Joaquín cuando la vio.
Gracias, che, dijo Muv. Dónde vamos?
Me recomendaron un restó que está un poco alejado del centro pero que es muy íntimo y la comida es del mejor nivel.
Intimo, dijo Muv, para qué queremos un "restó" íntimo, vos y yo. Vamos al bar de acá a la vuelta.
Pero no, dijo Joaquín, vamos al que me recomendaron. Vamos a poder hablar más tranquilos.
"Hablar más tranquilos", pensó Muv, éste coso se piensa que yo nací ayer.
Vamos al de acá la vuelta, dijo Muv. Yo puedo hablar tranquila con vos en cualquier lado.
Pero me recomendaron mucho ese lugar, Muv. Vamos, lo conocemos, si no te gusta...
Che, Joaquín, mirame: Me hice el evatest recién y estoy re embarazada. Quiero ir a comer al bar de acá a la vuelta y volver corriendo a llamar a Salvador. Me entendés, no?
Joaquín se acomodó los anteojos. Tragó saliva y dio un paso hacia atrás.
Perfectamente, respondió.
Cuánto me alegro, dijo Muv. No me hubiese gustado pasar un mal momento.
No sé de qué estás hablando, dijo Joaquín.
Muv lo miró, inclinó la cabeza y sonrió de costado.
De que a lo mejor me daban ganas de vomitar. De eso hablo. ¿Qué pensaste? Que vos y yo... Ay, por favor! A quién se le va a ocurrir algo así.
En el bar de la vuelta, Muv comió un sandwich de milanesa acompañado de coca cola y de postre, una porción enorme de torta de chocolate. Lo devoró con tantas ganas y tan rápido que Joaquín se atrevió a preguntarle si siempre comía de esa manera.
Nunca, dijo Muv. Jamás. Pero hoy estoy tan contenta que me comería todo lo que hay acá. Ah, me quiero volver a mi casa. No veo la hora de estar en mi casa y de verlo a Salvador.
Sí, dijo Joaquín. Me dio la sensación de que te querías volver.
Y más bien, dijo Muv y siguió comiendo su porción de torta hasta dejar el plato casi sin una sola miga.
Se metió al baño y sintió que todo el cuerpo le temblaba. Levantó la tapa del inodoro, se bajó la bombacha y se sentó. Abrió la caja del test y leyó con atención las instrucciones.
Metió la mano con el contenedor entre las piernas. Cerró los ojos. Puso cara de asco cuando sintió que se le mojaba la mano pero con cuidado la sacó de entre las piernas y apoyó la tira sobre el mármol del lavatorio. Metió la tira dentro del contenedor. Miró el reloj. Cinco minutos, pensó, sólo cinco minuto.
Se secó y con una mano sola se subió la bombacha. Se lavó las manos cuidando de no salpicar la tira.
Salió del baño y fue directo a la agenda y buscó entre los días de los meses pasados, las cruces rojas. Contó. Tres semanas y dos días. Demasiado atraso. Demasiado.
Joaquín llamó por teléfono.
Me falta, dijo Muv. Estoy viendo que me pongo. Sí. En media hora.
Que tipo hinchapelotas, dijo, colgando el tubo. Qué le vi yo a éste, esa vez. Qué mal estaba, por favor.
Volvió corriendo al baño. Se arrodilló y clavó la vista en la tira. Habían pasado tres minutos.
Por favor, por favor, por favor, dijo, arrodillada frente al lavatorio. Si no es ahora, cuándo. Por favor, por favor. Oma, Omita, que sea, que sea.
Cuatro minutos.
La puta madre que lo parió, por qué no compré el otro que era más rápido. Concha de mi madre, dale tiempo, pasá de una vez.
Le empezaron a doler las rodillas. Se sentó apoyando la espalda sobre la pared de la bañera. Intentó cantar una canción para tranquilizarse pero no pudo.
Se miró los dedos de los pies y después, los de las manos.
Se puso el índice en la boca. Lo mordió. Se pegó con la otra mano.
Eso no lo hacés más, estúpida.
Miró el reloj: cinco minutos. Cerró los ojos y los fue entreabriendo de a poquito, con miedo de lo que podía encontrar.
Dos rayas. Cinco minutos y dos rayas. Dos rayas.
Dos rayas, dijo Muv y buscó, desesperada, las instrucciones del test que había dejado tiradas dentro del bidet.
Dos rayas, leyó. "Dos líneas de color significan que estás embarazada (independientemente de la intensidad del color)"
Dos rayas, volvió a decir Muv. Dos rayas, carajo!
Salió corriendo hacia la habitación. Se tiró en la cama con fuerza y su cuerpo rebotó contra el colchón de resortes.
Dos rayas, carajo! Dos rayas. Lo llamo a Salvador. No. No lo llamo. Se lo digo mañana. Me quiero ir a mi casa. Me quiero ir a mi casa, ahora. Qué estoy haciendo acá.
Se paró sobre el colchón.
DOS-RA-YAS, cantó como si el colchón fuera la popular de una cancha. DOS-RA-YAS.
Sonó el teléfono. Joaquín, otra vez.
Pero todavía no estoy, te dije, dijo, agitada. Mah sí, me pongo cualquier cosa y bajo. Esperame abajo.
Se puso el mismo jean que había usado todo el día. Se cambio la remera por una con capucha y se colgó de la tira del bolso, el único buzo que había llevado.
Cuando bajó no supo cómo ocultar la sonrisa.
Qué linda, dijo Joaquín cuando la vio.
Gracias, che, dijo Muv. Dónde vamos?
Me recomendaron un restó que está un poco alejado del centro pero que es muy íntimo y la comida es del mejor nivel.
Intimo, dijo Muv, para qué queremos un "restó" íntimo, vos y yo. Vamos al bar de acá a la vuelta.
Pero no, dijo Joaquín, vamos al que me recomendaron. Vamos a poder hablar más tranquilos.
"Hablar más tranquilos", pensó Muv, éste coso se piensa que yo nací ayer.
Vamos al de acá la vuelta, dijo Muv. Yo puedo hablar tranquila con vos en cualquier lado.
Pero me recomendaron mucho ese lugar, Muv. Vamos, lo conocemos, si no te gusta...
Che, Joaquín, mirame: Me hice el evatest recién y estoy re embarazada. Quiero ir a comer al bar de acá a la vuelta y volver corriendo a llamar a Salvador. Me entendés, no?
Joaquín se acomodó los anteojos. Tragó saliva y dio un paso hacia atrás.
Perfectamente, respondió.
Cuánto me alegro, dijo Muv. No me hubiese gustado pasar un mal momento.
No sé de qué estás hablando, dijo Joaquín.
Muv lo miró, inclinó la cabeza y sonrió de costado.
De que a lo mejor me daban ganas de vomitar. De eso hablo. ¿Qué pensaste? Que vos y yo... Ay, por favor! A quién se le va a ocurrir algo así.
En el bar de la vuelta, Muv comió un sandwich de milanesa acompañado de coca cola y de postre, una porción enorme de torta de chocolate. Lo devoró con tantas ganas y tan rápido que Joaquín se atrevió a preguntarle si siempre comía de esa manera.
Nunca, dijo Muv. Jamás. Pero hoy estoy tan contenta que me comería todo lo que hay acá. Ah, me quiero volver a mi casa. No veo la hora de estar en mi casa y de verlo a Salvador.
Sí, dijo Joaquín. Me dio la sensación de que te querías volver.
Y más bien, dijo Muv y siguió comiendo su porción de torta hasta dejar el plato casi sin una sola miga.