miércoles, diciembre 19, 2007

Miedo

Estaba esperando a Salvador, sentada y fumando. Pensaba una y otra vez, cómo iba a decírselo. Escuchó las llaves girando y que la puerta se abría. Se inquietó.
Hola, dijo Salvador, tirando las llaves sobre la mesa. Qué hacés ahí, tan quieta.
Te estaba esperando.
Salvador se acercó.
Qué pasa.
Muv encendió un nuevo cigarrillo con la brasa de la colilla del anterior. Salvador miró el cenicero y lo encontró lleno de colillas.
No te parece que estás fumando mucho, le dijo y se llevó el cenicero a la cocina y lo vació en el tacho de la basura.
Muv pitó dos veces y dejó que el humo le llegara al dedo gordo del pie antes de largarlo en una bocanada imperceptible.
Vení, Salva. Sentante que tenemos que hablar.
Cagamos, pensó Salvador. Y ahora qué pasa.
Se sentó al lado de ella. La miró.
Qué pasa, a ver, dijo Salvador.
Bueno... viste lo que salió de los viajes y que te dije que iba a ver si podía arreglar para que el fin de semana, vos vinieras?
Si, vi, dijo Salvador. Es por eso que tenemos que hablar? Boluda, me asustaste. Pensé que pasaba algo grave.
Muv suspiró.
Pará. Yo te cuento todo y si vos no querés o te pone mal o te pasa lo que sea, no voy. Porque la cosa es que tengo que viajar el martes y que voy con Joaquín, dijo casi sin respirar y se quedó quieta y muda con la vista clavada en la brasa del cigarrillo.
Ah, dijo Salvador y no dijo nada más.
Muv pensó que no quería moverse, que no se iba a levantar de la silla, que no iba a agregar una palabra más.
Que justo, no? dijo Salvador.
Si vos no querés, yo me quedo, dijo Muv sin moverse.
Salvador sacó un cigarrillo del atado. Lo prendió y miró el techo. Se levantó de la silla. Se metió en el dormitorio.
No voy una mierda a ningún lado, pensó Muv. Pero por qué tengo que resignar la única puta posibilidad que se presenta de hacer algo que me gusta porque Salvador se pone celoso. No es justo. Pero si Salvador se enoja o pasa alguna cosa entre nosotros... Qué mierda.
Salvador volvió vestido con una bermuda y zapatillas.
Me voy a correr, dijo.
Pero, Salva, si vos no corrés. No te vayas. Me quedo. Le digo que no puedo ir. No voy. Si vos no querés que vaya, yo me quedo.
A Salvador se le endureció la mandíbula y frunció el entrecejo.
Mirá, Muv: a mi no me causa ninguna gracia el boludo ese. Vos ya lo sabés. Ahora, por mucho que me rompa las pelotas, es una buena oportunidad y estuviste todo el año buscándola. Así que, yo te acompaño hasta la terminal, el aeroparque o dónde carajo sea. Te despido, lo veo al boludo ese y el día que te volvés, te voy a buscar. Me rompe las pelotas que vaya con vos pero yo no puedo ser tan hijo de puta como para pedirte que te quedes. Y me voy a correr, aunque yo no corra, porque me dan ganas de romperme la cabeza contra pared porque te dio miedo decirme esto. Y eso no puede ser. No, no puede ser. En un rato, vuelvo.
Le dio un beso en la frente. Cuando salió, dió un portazo.
Muv seguía sentada. Pensó: Quiero tener hijos con este hombre.
Cuando Salvador volvió, Muv se metió con él en el baño. Se ducharon juntos.
Yo no te tengo miedo, dijo Muv mientras el agua le mojaba el pelo.
Tenés miedo a que reaccione mal, respondió Salvador que la corría de lugar porque quería adueñarse del agua. Y de eso vamos a tener que hablar.
Pero Muv no tenía ganas de hablar y de hecho, no le permitió seguir hablando. Y Salvador... bueno, Salvador no pudo decir nada más.