jueves, mayo 17, 2007

Mar

Se despierta con la naríz tapada. Estornuda una vez, dos veces, mientras camina hasta el baño. Se mira al espejo.
Siempre lo mismo, piensa. En lugar de sacar todo para afuera, me enfermo. Tendría que afeitarme pero no tengo ganas. Ninguna gana. Ninguna gana de nada.
Revisa que Muv siga durmiendo. Entra al dormitorio y se abriga. Vuelve a estornudar. Hace más ruido que lo normal. Empiezan a llorarle los ojos.
Entra a la cocina y prende las hornallas. Se calienta las manos acercándolas a las llamas.
Está preparando café cuando escucha que Muv lo llama. Salva, silencio, Salva.
En la cocina, contesta y la ene de la palabra le suena tan nasal que le rebota dentro de la cabeza.
Muv se levanta envuelta en el acolchado, lo arrastra como si fuera una capa hasta donde está parado Salvador.
No se dicen nada. Muv apoya la cabeza sobre su espalda. Salvador estira un brazo hacia atrás y la toca.
Me resfrié, le cuenta.
Ah, dice Muv. ¿Vas a ir a trabajar?
No, le responde mientras baja las tazas de la alacena.
No me quiero quedar sola, le responde.
Me voy a quedar con vos, asegura Salvador, si querés después podemos ir a tu casa, ofrece y los dos entienden que ese "tu casa" es la casa de los padres de Muv. Estornuda.
Sirve el café y después de despegarse de Muv, camina hasta la mesa, donde apoya las tazas. Muv lo sigue en su capullo de acolchado y se sienta en una esquina. Después, asoma los brazos y sostiene el acolchado con las axilas para tomar con las dos manos la taza y llevársela a la boca.
Pensé que podríamos irnos unos días al mar, dice Salvador. El fin de semana, ponele.
Muv toma el primer sorbo de café. Y mientras traga, empieza a llorar pero no es un llanto desesperado, es como si los ojos, por cuenta propia, decidieran dejar salir las lágrimas.
Sí, vayamos, dice Muv. Sigue llorando.
Salvador la mira y le habla como si no llorara.
Mañana o pasado cuando salgo del laburo voy a comprar los pasajes. Y el fin de semana nos vamos a llevarle todo esto al mar.
Para que se lo lleve, dice Muv. Para que se lleve todo.
Para que se lleve los últimos meses, dice Salvador. Y estornuda una vez más y le lagrimean los ojos. Esta noche, dice con la voz cada vez más tomada, si querés nos vamos a dormir a tu casa. Esta vez, "tu casa" es la casa de Muv y lo entienden, como se entienden casi todas las otras cosas que se dicen, porque hace rato que no necesitan explicarse nada más.
Tengamos algo nuestro de una vez, dice Muv. Basta de tuyo y mío. No tengo ganas de seguir perdiendo el tiempo.
Empecemos con el mar, dice Salvador que siente que todo lo que les ha pasado a ellos dos, se desdibujó y aunque no confía en que haya desaparecido, percibe que ya no tiene la misma importancia.
Me gustaría saber una sola cosa, pregunta Muv con la cara, a esta altura, completamente empapada de lágrimas y lágrimas que no dejan de salir.
Qué cosa, dice Salvador comenzando a sonar para arriba para destapar su naríz.
¿Me querés igual que antes? le pregunta y se convierte en una nena cuando lo dice.
Te quiero mejor que antes, responde Salvador mientras el ojo izquierdo le lagrimea. Ya vas a ver, le asegura. Ya vas a ver.
Después de desayunar, llama al trabajo. Decile a Alfaro que no puedo ir hoy. Tengo un problema personal, que me descuenten el día de todas las horas que tengo laburadas de más, dice con seriedad por teléfono. Y algo le dicen del otro lado pero Salvador no da explicaciones. No cuenten conmigo hoy, responde y corta.
Muv lo mira y no lo reconoce. Piensa que tiene un nuevo Salvador para conocer. Sigue llorando. Llora hasta la tarde. En algún momento, Salvador se hace el gracioso y le arranca una sonrisa. Un rato después, le hace cosquillas y ella entiende, otra vez sin necesidad de explicación, que él tampoco está en su mejor día, pero que por lo menos hoy, está haciendo todo lo posible porque ella mejore aunque sea un poco.
Sabés qué? le dice a Salvador después de la batalla de cosquillas. No quiero que el mar se lleve nada. Vayamos a contarle todo lo que nos pasó. Pero que siga siendo nuestro. No tenemos nada que extirpar.
Salvador la escucha mientras acomoda la cabeza en la cama para poder respirar. Piensa en el mar. En lo que él le va a dejar al mar para que se lleve, para que no vuelva más. Voy a llevar al boludo que fui, piensa y no dice. Ese no se tiene que quedar con nosotros.
Muv ya no llora.
Estamos progresando, piensa Salvador.