sábado, mayo 19, 2007

Pañuelo

La estación de micros no está repleta de gente como en las vacaciones sino que apenas tiene una cincuentena de personas esperando afuera y fumando. Juegan a adivinar por qué viajan todos los que están esperando en las plataformas de salida.
Muv, que tiene la mochila entre las piernas y un morral verde lleno de chicles, caramelos y una botella de agua para soportar el viaje, mira una familia. Un matrimonio y dos chicos. Uno de los chicos está llorando.
Salvador enumera: el pibe de allá, viaja a ver a los padres. Un hombre, engominado y con campera gris, viaja cerca, vuelve a casa. Una mujer con una caja de cartón vino a comprar bombachas para vender en su pueblo.
Más lejos, hay una anciana. Salvador no la ve pero Muv la descubre en la segunda vuelta en que pasea la mirada por todos los que están en la estación. No parece que fuera a viajar sino que vive ahí, en ese lugar de paso para todos los que tienen más suerte o lugar para volver, que es más o menos lo mismo.
La ve caminar entre las mesas del bar y hablar con los pocos que todavía están sentados tomando café.
Muv la mira de lejos. Cuando Salvador la encuentra con los ojos colgados de la vieja, empieza otra vez con el juego: una chica que mastica chicle, labura en la estación. Dos pendejos que pasan corriendo se afanaron una billetera. Tres choferes que se ríen a los gritos están muertos de sueño.
Cada persona que Salvador señala está en el lado opuesto a la vieja que mendiga. Y Salvador insiste para que Muv se despegue de la vieja.
Muv revuelve en el morral y ubica la billetera. Ahora vuelvo, le dice a Salvador y le acerca la mochila con la pierna.
¿Dónde vas? le pregunta y Muv que contesta: ahora vuelvo, ahora vuelvo, quedate acá.
Mientras la ve irse, Salvador ya sabe. Va a comprarle algo para comer a la vieja y va a volver llorando y entiende que estas son las formas que Muv busca para poder llorar. Los permisos.
La sigue con la mirada y efectivamente confirma lo que cree.
Muv se acerca, se agacha un poco, habla con la anciana que algo le contesta. Caminan. Muv delante y después de dar dos pasos, espera que la vieja no se quede atrás. Se acercan a la barra. Muv habla con uno de los mozos. Saca la billetera. Paga. Después de un rato, sobre la barra hay una taza de café con leche y un sandwich. La anciana toma un trago. Después corta con los dedos un pedazo del sandwich. Se lo lleva a la boca. Mastica rápido.
Muv vuelve a agacharse. Le dice algo. Mientras le habla, le apoya una mano en el hombro y la vieja que mira la mano y mira a Muv como si fuera un hecho extraño que alguien se animara a tocarla.
Después, Muv vuelve y Salvador va preparando el pañuelo. Cuando la tiene al lado, lo extiende.
Muv lo agarra.
¿Te lo guardo? pregunta.
No, usalo, dice Salvador.
No, no me hace falta, dice con la cara muy seria. No quiero llorar. No quiero volver a llorar.