viernes, junio 22, 2007

Mamá

¿Se está portando bien? preguntó Mamá, mientras tomaban el té de las cinco.
Muv supo de inmediato a qué se refería Mamá con la pregunta y prefería no entrar en discusiones. El único tema posible de conversación cada vez que estaban solas era el nivel de fidelidad de Salvador.
Quién, preguntó Muv, usando toda su capacidad para hacerse la tonta.
Salvador, Muv. Quién va a ser. No se mandó ninguna macana nueva, no? Se lo ve más maduro. Como si hubiera sentado cabeza, cosa que no te vendría nada mal tomar como ejemplo y terminar con la pavada de una vez.
Muv pensó en la última frase. Pensó en el tiempo que había pasado desde la última vez que Mamá le había dicho que hacía algo bien. No pudo recordar cuándo fue esa última vez.
Tenés que hacerte algo en el pelo. No sé. Andás toda desarreglada.
Muv agachó la cabeza. Esperaba que llegara Emilia de un momento a otro pero su hermana no aparecía. Con Emilia, la charla era más fácil porque es la favorita de mamá.
Tenés una fijación con afearte, siguió mamá. Por suerte, se te terminó esa manía de comerte los dedos porque tus manos eran un de-sas-tre. Al menos, para eso sirvió ese viaje loco que se te ocurrió.
Muv arqueó las cejas, cerró los ojos y se rascó la nariz.
Si querés el fin de semana vamos a comprar ropa, para que cambies un poco ese aspecto de pibito que tenés, ofreció Mamá.
A mi me gusta, má, dijo Muv y succionó con fuerza para tomar licuado de durazno.
Sí, sí. A vos te gusta pero a un hombre no se lo conquista así. Tenés que ser más viva, Muv. Si no lo cuidas vos, te lo va a sacar cualquier otra.
Salvador tiene voluntad propia. Va a hacer lo que quiera aunque yo me empeñe en que no lo haga.
Estás equivocada. Sos vos la que tiene que conseguir que haga lo que vos quieras, sin que él se avive. Tenés que ser más viva, no te digo.
Muv mordió un scon. Empezó a mirar a su mamá. El pelo rubio recién teñido, la postura hiperderecha, las uñas pintadas, el maquillaje perfecto.
Nunca voy a ser como vos, mamá, pensó con pena. Nunca voy a ser la hija modelo.
Tenés que entender que Salvador es un muchacho lindo, medio cabeza hueca pero trabajador y de buen corazón. Cualquier chica, de esas que están solas, daría cualquier cosa por engancharlo.
Sí, má. Yo sé perfectamente cómo es Salvador.
Bueno, entonces, defendelo de las otras.
No puedo pasarme la vida pensando en las otras, mamá, dijo Muv, un poco cansada de escuchar a su madre.
Bueno, hacé lo que quieras. Después no vengas llorando porque Salvador te engaña con otra. Escuchá lo que te digo que te va a servir.
No te quiero escuchar, dijo Muv. No me sirve lo que me decís porque yo no soy como vos. Y justo, justo, lo que tengo parecido es lo que más odio de mí.
Mamá se quedó callada. Estiró un poco más el cuello y reacomodó la columna. Tomó un sorbo de té y volvió a dejar la taza sobre el plato.
Todo lo que te digo, Mabel, es para tu bien. Para que vos no sufras. Creo que te olvidaste que estás hablando con tu madre, asi que no te pases.
Muv vio a Emilia entrando al bar.
Yo no me paso. Vos tampoco te pases. Yo no soy un desastre como vos querés creer, mamá.
Emilia saludó. Se sentó.
Ya están peleando?
Y sí. Con tu hermana nunca se puede hablar, dijo mamá.
Y sí, dijo Muv. Con tu vieja si no se discute, no se puede hablar.
Uy, mamá, siempre lo mismo. Por qué no la dejás tranquila a Muv de una vez. Y vos, Muv. Sos grande. Dejá de pelear con mamá de una vez. Ustedes son como la izquierda y los yanquis. No pueden vivir una sin la otra.
Emilia pidió un submarino. Mamá y Muv no volvieron a dirigirse la palabra pero se despidieron con un beso y cuando llegaron a casa, hablaron por teléfono.