Y después de toda esta historia de separaciones y desencuentros con los hombres, por qué la opción fue Salvador para vos, preguntó la licenciada.
Muv pensó un rato.
Además de que porque lo quiero mucho y lo conozco de toda la vida, repreguntó mirando la moldura del techo.
Además, respondió la licenciada.
Muv volvió a pensar.
Bueno, porque Salvador nunca fue uno de esos boludos que perseguía minas hasta lo incansable para después aclararles que no quería ponerse de novio.
Salvador tiene destino de novio, entonces.
No, dijo Muv. Salvador era -es, todavía- un tipo piola, contra lo que pueda pensar todo el mundo. Nunca necesitó muchas aclaraciones. El conocía a alguien y mientras la pasaba bien, seguía. A mi me pasaba todo lo contrario. Yo lo pasaba bien una vez. El resto del tiempo, la paría. A veces, mientras eramos amigos, comparábamos las cosas que nos pasaban. Yo le contaba que había salido con uno cualquiera, un par de veces y que a la segunda vez de vernos, ese cualquiera empezaba a aclararme que no quería nada serio conmigo. Salvador se preguntaba cómo había tipos tan boludos.
Y cómo puede ser que alguien tenga el tupé de decirte, de buenas a primeras, que no quiere nada serio con vos?
No sé. La que debe tener destino de novia soy yo o mucha cara de boluda, respondió y se le escapó una sonrisa socarrona. Como sea, yo quise ser la novia de muy pocos tipos. De dos o tres, nomás y lo fui, a pesar de mí.
A pesar tuyo?
A pesar de mí. Porque aunque quería, hacía todo lo posible porque no sucediera y sin embargo, esos siempre me ganaban. Las tres veces importantes terminé ennoviada. Por eso me llamaba la atención que los otros, esos con los que yo no quería mucho más que coger o ir al cine, los cualquiera, no se diesen cuenta que yo no apostaba una sola ficha en ellos. A lo mejor no se notaba tanto como yo creía. A lo mejor, tendría que haberlo dicho claramente alguna vez.
Qué querías decirles y no les decías?
Al principio, sólo se los quería decir. El último tiempo se los quería gritar.
Qué les querías gritar?
Que no quería ser la novia de nadie. Que lo único que pretendía era pasar un rato agradable, con alguien que me tratara bien, que me tratara todo lo bien que no me habían tratado.
Y por qué no lo gritaste?
Porque confiaba en que lo iban a notar. Pero nunca se notó. No sé. Los sobreestimaba un poco.
Y a Salvador qué le querés gritar?
No le quiero gritar nada.
Y entonces, qué querés con Salvador?
No sé. Quiero todo. Un poco de vida linda. Eso, nada más.
Dejamos acá, dijo la licenciada y se levantó del sillón.
Muv pensó un rato.
Además de que porque lo quiero mucho y lo conozco de toda la vida, repreguntó mirando la moldura del techo.
Además, respondió la licenciada.
Muv volvió a pensar.
Bueno, porque Salvador nunca fue uno de esos boludos que perseguía minas hasta lo incansable para después aclararles que no quería ponerse de novio.
Salvador tiene destino de novio, entonces.
No, dijo Muv. Salvador era -es, todavía- un tipo piola, contra lo que pueda pensar todo el mundo. Nunca necesitó muchas aclaraciones. El conocía a alguien y mientras la pasaba bien, seguía. A mi me pasaba todo lo contrario. Yo lo pasaba bien una vez. El resto del tiempo, la paría. A veces, mientras eramos amigos, comparábamos las cosas que nos pasaban. Yo le contaba que había salido con uno cualquiera, un par de veces y que a la segunda vez de vernos, ese cualquiera empezaba a aclararme que no quería nada serio conmigo. Salvador se preguntaba cómo había tipos tan boludos.
Y cómo puede ser que alguien tenga el tupé de decirte, de buenas a primeras, que no quiere nada serio con vos?
No sé. La que debe tener destino de novia soy yo o mucha cara de boluda, respondió y se le escapó una sonrisa socarrona. Como sea, yo quise ser la novia de muy pocos tipos. De dos o tres, nomás y lo fui, a pesar de mí.
A pesar tuyo?
A pesar de mí. Porque aunque quería, hacía todo lo posible porque no sucediera y sin embargo, esos siempre me ganaban. Las tres veces importantes terminé ennoviada. Por eso me llamaba la atención que los otros, esos con los que yo no quería mucho más que coger o ir al cine, los cualquiera, no se diesen cuenta que yo no apostaba una sola ficha en ellos. A lo mejor no se notaba tanto como yo creía. A lo mejor, tendría que haberlo dicho claramente alguna vez.
Qué querías decirles y no les decías?
Al principio, sólo se los quería decir. El último tiempo se los quería gritar.
Qué les querías gritar?
Que no quería ser la novia de nadie. Que lo único que pretendía era pasar un rato agradable, con alguien que me tratara bien, que me tratara todo lo bien que no me habían tratado.
Y por qué no lo gritaste?
Porque confiaba en que lo iban a notar. Pero nunca se notó. No sé. Los sobreestimaba un poco.
Y a Salvador qué le querés gritar?
No le quiero gritar nada.
Y entonces, qué querés con Salvador?
No sé. Quiero todo. Un poco de vida linda. Eso, nada más.
Dejamos acá, dijo la licenciada y se levantó del sillón.