Llevaban buena parte de la mañana despiertos.
No se habían levantado.
Habían hecho el amor -porque desde que conformaban una pareja comprometida ya no cogían sino que hacían el amor - y habían hablado un poco pero en algún momento entre somnolientos y cansados habían quedado en silencio.
Hay algo que tenés que saber, dijo Muv dándole la espalda a Salvador.
Salvador cambió de posición y abrazándola desde atrás, calcó con su cuerpo la curvatura de la columna de Muv.
Qué, preguntó.
Muv suspiró.
Antes que nada, tenés que saber que es sólo una cosa que me pasa a mí y que en la realidad no hay nada, aclaró.
Me va a dar una patada en el orto, pensó Salvador y se quedó callado.
No sé por qué, dijo Muv, te juro que no sé por qué siento que Joaquín me atrae mucho.
Quién es Joaquín, dijo Salvador ajustándose más al cuerpo de Muv.
El forro de los libros, respondió Muv, acariciándole los antebrazos.
Estás caliente con ese forro, dijo Salvador, soltándole la cintura y quedando de espaldas contra el colchón.
No, dijo Muv, dándose vuelta y quedando en la misma posición que Salvador. No estoy caliente. Yo no estoy pensando en acostarme con nadie más que con vos. Pero me gusta. Y no sé por qué, porque no me lo banco.
Salvador cerró los ojos.
No quiero saber, le dijo. Si me vas a cortar, decímelo de una vez y sin anestesia.
Ni siquiera se me pasó esa idea por la cabeza, respondió Muv.
Entonces, para qué me lo contás, dijo Salvador.
Te lo cuento para que sepas. Te lo cuento porque no me aguanto sin decirtelo. Y te lo cuento para que me acompañes a la fiesta de la editorial.
Salvador le dio la espalda.
No te voy a acompañar, le dijo. No soy tu carcelero. Si me vas a cagar, me vas a cagar igual, en cualquier otro momento.
No te voy a cagar, dijo Muv. No te quiero cagar. Yo te quiero a vos pero no sé por qué, justo ahora que estamos tan bien, me empezó a gustar el salame ese.
Te da bola? Te invitó a salir? Qué pasa con ese pelotudo?
No pasa nada. Lo primero que te dije es que es una cosa mía.
Sí, y lo segundo que te gusta el forro ese.
Muv se dió vuelta. Ahora ella abrazaba a Salvador por la cintura.
No me gustaría que me pasara lo que te pasó a vos con Silvina, dijo. Yo no quiero hacerte eso. Lo que yo quiero es que no me dejes hacernos mierda.
Giró Salvador y quedó frente a Muv.
Pero a vos te parece que yo no estoy haciendo cosas para que estemos cada vez mejor? Yo no sé qué hacer para que estemos mejor, Muv. Me hice cargo de esto. Compré una casa. Planeé mis próximos cuarenta años con vos, no volví a fijarme en otra mujer desde que volviste. Soy el pelotudo que va del trabajo a su casa y de su casa al trabajo. No salgo a ningún lado si no voy con vos. No sé qué más querés. Qué más querés que haga? Yo soy esto y esto, en este momento, es lo mejor de mí. Si a vos no te alcanza, yo no puedo hacer nada más.
Volvió a darse vuelta. Estaba enojado. Apretaba la punta de la almohada con los dedos como si le estuvieran revolviendo las tripas con un cuchillo.
Necesito que me obligues a que ese pibe no me guste más, dijo Muv.
No te hagas la idiota, Muv. Yo no te puedo obligar a nada y los dos lo sabemos. No me voy a convertir en tu sombra. Es lo único que no estoy dispuesto a ser.
Muv se pegó a la espalda de Salvador. Se quedó callada.
Tenés razón, le dijo después de un rato. No tendría que haberte dicho nada.
No sé qué tendrías que hacer, le dijo con tono cortante. Lo que sé es que las cosas no son como hace dos años, ni siquiera como hace un año atrás. Y que no tenemos tiempo para preguntarnos qué pasaría si... Tenemos lo que tenemos y yo soy el tipo más feliz del mundo cuando me doy cuenta que pasan los días y seguimos juntos. Ya no tengo nada que comprobar. Si vos todavía tenés dudas, hacé lo que tengas que hacer pero recordá que todo lo que hagas tiene una consecuencia.
No me amenaces, dijo Muv con un hilito de voz.
No te amenazo. Te cuento. Yo ya lo pasé. Espero que te sirva lo que te digo y que pienses bien lo que vas a hacer.
No voy a hacer nada, Salva. Si quisiera hacer algo, no te estaría contando lo que me pasa.
Volvieron a quedar enfrentados. La miró a los ojos.
Qué necesitás, qué te está haciendo falta, le preguntó. No sé. Decime vos. Necesitás saber cosas? Necesitás que te diga cosas? Bueno, si todavía necesitás saber algo más, acá va: yo quiero tener hijos con vos, nietos con vos, quiero estar todo el tiempo que viva al lado tuyo, me quiero despertar y verte e irme a dormir y verte. Quiero vivir con vos toda mi vida. No te puedo pedir que me prometas algo que ni yo sé si voy a poder cumplir pero sí te puedo pedir que me trates, que nos trates, como si vos y yo fuéramos la cosa que más querés. Nada más. Eso es lo que yo estoy haciendo desde antes de que volvieras.
Vos y yo somos la cosa que más quiero, dijo Muv.
Entonces, no la cagues. Con uno que la haya cagado en esta pareja, ya es demasiado.
No se habían levantado.
Habían hecho el amor -porque desde que conformaban una pareja comprometida ya no cogían sino que hacían el amor - y habían hablado un poco pero en algún momento entre somnolientos y cansados habían quedado en silencio.
Hay algo que tenés que saber, dijo Muv dándole la espalda a Salvador.
Salvador cambió de posición y abrazándola desde atrás, calcó con su cuerpo la curvatura de la columna de Muv.
Qué, preguntó.
Muv suspiró.
Antes que nada, tenés que saber que es sólo una cosa que me pasa a mí y que en la realidad no hay nada, aclaró.
Me va a dar una patada en el orto, pensó Salvador y se quedó callado.
No sé por qué, dijo Muv, te juro que no sé por qué siento que Joaquín me atrae mucho.
Quién es Joaquín, dijo Salvador ajustándose más al cuerpo de Muv.
El forro de los libros, respondió Muv, acariciándole los antebrazos.
Estás caliente con ese forro, dijo Salvador, soltándole la cintura y quedando de espaldas contra el colchón.
No, dijo Muv, dándose vuelta y quedando en la misma posición que Salvador. No estoy caliente. Yo no estoy pensando en acostarme con nadie más que con vos. Pero me gusta. Y no sé por qué, porque no me lo banco.
Salvador cerró los ojos.
No quiero saber, le dijo. Si me vas a cortar, decímelo de una vez y sin anestesia.
Ni siquiera se me pasó esa idea por la cabeza, respondió Muv.
Entonces, para qué me lo contás, dijo Salvador.
Te lo cuento para que sepas. Te lo cuento porque no me aguanto sin decirtelo. Y te lo cuento para que me acompañes a la fiesta de la editorial.
Salvador le dio la espalda.
No te voy a acompañar, le dijo. No soy tu carcelero. Si me vas a cagar, me vas a cagar igual, en cualquier otro momento.
No te voy a cagar, dijo Muv. No te quiero cagar. Yo te quiero a vos pero no sé por qué, justo ahora que estamos tan bien, me empezó a gustar el salame ese.
Te da bola? Te invitó a salir? Qué pasa con ese pelotudo?
No pasa nada. Lo primero que te dije es que es una cosa mía.
Sí, y lo segundo que te gusta el forro ese.
Muv se dió vuelta. Ahora ella abrazaba a Salvador por la cintura.
No me gustaría que me pasara lo que te pasó a vos con Silvina, dijo. Yo no quiero hacerte eso. Lo que yo quiero es que no me dejes hacernos mierda.
Giró Salvador y quedó frente a Muv.
Pero a vos te parece que yo no estoy haciendo cosas para que estemos cada vez mejor? Yo no sé qué hacer para que estemos mejor, Muv. Me hice cargo de esto. Compré una casa. Planeé mis próximos cuarenta años con vos, no volví a fijarme en otra mujer desde que volviste. Soy el pelotudo que va del trabajo a su casa y de su casa al trabajo. No salgo a ningún lado si no voy con vos. No sé qué más querés. Qué más querés que haga? Yo soy esto y esto, en este momento, es lo mejor de mí. Si a vos no te alcanza, yo no puedo hacer nada más.
Volvió a darse vuelta. Estaba enojado. Apretaba la punta de la almohada con los dedos como si le estuvieran revolviendo las tripas con un cuchillo.
Necesito que me obligues a que ese pibe no me guste más, dijo Muv.
No te hagas la idiota, Muv. Yo no te puedo obligar a nada y los dos lo sabemos. No me voy a convertir en tu sombra. Es lo único que no estoy dispuesto a ser.
Muv se pegó a la espalda de Salvador. Se quedó callada.
Tenés razón, le dijo después de un rato. No tendría que haberte dicho nada.
No sé qué tendrías que hacer, le dijo con tono cortante. Lo que sé es que las cosas no son como hace dos años, ni siquiera como hace un año atrás. Y que no tenemos tiempo para preguntarnos qué pasaría si... Tenemos lo que tenemos y yo soy el tipo más feliz del mundo cuando me doy cuenta que pasan los días y seguimos juntos. Ya no tengo nada que comprobar. Si vos todavía tenés dudas, hacé lo que tengas que hacer pero recordá que todo lo que hagas tiene una consecuencia.
No me amenaces, dijo Muv con un hilito de voz.
No te amenazo. Te cuento. Yo ya lo pasé. Espero que te sirva lo que te digo y que pienses bien lo que vas a hacer.
No voy a hacer nada, Salva. Si quisiera hacer algo, no te estaría contando lo que me pasa.
Volvieron a quedar enfrentados. La miró a los ojos.
Qué necesitás, qué te está haciendo falta, le preguntó. No sé. Decime vos. Necesitás saber cosas? Necesitás que te diga cosas? Bueno, si todavía necesitás saber algo más, acá va: yo quiero tener hijos con vos, nietos con vos, quiero estar todo el tiempo que viva al lado tuyo, me quiero despertar y verte e irme a dormir y verte. Quiero vivir con vos toda mi vida. No te puedo pedir que me prometas algo que ni yo sé si voy a poder cumplir pero sí te puedo pedir que me trates, que nos trates, como si vos y yo fuéramos la cosa que más querés. Nada más. Eso es lo que yo estoy haciendo desde antes de que volvieras.
Vos y yo somos la cosa que más quiero, dijo Muv.
Entonces, no la cagues. Con uno que la haya cagado en esta pareja, ya es demasiado.