Muv camina, con los auriculares puestos, como si alguien la persiguiera. Doce cuadras, exactamente, hasta el edificio dónde vive Salvador.
Entra al departamento y enciende todas las luces.
Sobre la mesada de la cocina encuentra dos tazas con un resto de café. Camina hasta la habitación. Extrañamente, la cama está hecha.
Levanta el teléfono y marca su número telefónico. Corta.
Por qué tiene que pasar esto. Por qué, dice.
Mira las tazas. Se las acerca a los ojos para encontrar alguna marca de lápiz de labios, algo que le confirme lo que sospecha. Encuentra la marca en una de ellas, por aquello de que el que busca siempre encuentra. Agarra la taza con la marca y la estrella contra la pared. Los pedazos de taza se desparraman por el piso de la cocina.
Muv sale hacia la habitación. Abre el primer cajón de la mesa de luz. Revuelve y no encuentra lo que busca.
Vuelve a la cocina. Revisa la bolsa de la basura y ahí, encuentra la caja de preservativos usada.
Qué estoy haciendo, dice. Cómo puedo estar haciendo esto, se pregunta.
Sale del departamento dando un portazo. La cara enrojecida, los puños cerrados.
Esta vez no camina. Para un taxi y le indica la dirección de su casa.
¿Por qué no te fuiste? le dice a Salvador cuándo lo encuentra sentado en la silla, quiero que te vayas, que desaparezcas, que te mueras. Andate ahora.
Salvador la mira. Se para, la agarra de los brazos.
¿Qué te pasa, Muv? ¿Te volviste loca?
Muv intenta soltarse, forcejea y consigue separarse de Salvador.
Fui a tu casa. Fui a tu casa, le grita.
Salvador da un paso hacia atrás.
Uh, dice y se le nota en la cara que sabe lo que Muv encontró.
¿Uh? ¿Uh es todo lo que tenés que decir?
Muv da una vuelta alrededor de Salvador. Lo acerca a la puerta a empujones.
Te vas. Te vas y no venís más, le dice.
Pero, hablemos. Esperá. ¿Podemos hablar?
Te vas, le dice y lo sigue empujando hasta la puerta. Abre la puerta, lo vuelve a empujar y cuando lo ve sobre la alfombra del recibidor, cierra de un portazo, gira dos vueltas la llave y corre el gancho que traba.
Llora. Llora fuerte. Salvador golpea la puerta y habla. Dice algo que Muv no puede entender ni quiere oir.
Busca una bolsa. Camina hasta la habitación, abre el placard y descuelga camisas y pantalones. Pasa por el botiquin del baño. El cepillo de dientes, las maquinitas de afeitar, la crema. Todo adentro de la bolsa.
En el camino entre el baño y la puerta, la asombra su celeridad.
Abre la puerta. Le apreta la bolsa a Salvador contra el pecho. Salvador intenta decir algo pero Muv cierra de nuevo.
Vestida como está, se mete en la cama. Se tapa hasta la cabeza. Llora, se ahoga un poco.
Voy a estar mejor, se dice y se abraza.
Escucha la puerta del ascensor. Los golpes de Salvador dejan de sonar.