jueves, marzo 08, 2007

Lázaro

En algún momento, Muv se levantó de la cama. Al principio, le costó reconocer si era de día o de noche. ¿Cuánto tiempo estuve en la cama? se preguntó. Sintió el peso del cuerpo cuando se paró y caminó hasta la puerta del baño. Abrió la ducha y dejó correr el agua. Después, caminó hasta dónde está el teléfono y levantó los mensajes: dos de papá, tres de la oma, dos de mamá, uno de una locutora que la felicitaba por ganarse la posibilidad de licitar un auto. Ningún llamado de Salvador.
Recorrió el comedor con la vista. Fotos de Salvador. Cosas compradas con Salvador, del último tiempo y de todo el tiempo anterior. También descubrió que Salvador estaba ahí, en todos los rincones de la casa. Extrañó, y eso la puso al borde del llanto otra vez, poder llamarlo por teléfono; decirle: "No sabés lo que me pasó. Un boludo me cagó con otra mina. Vení." Llegó a la conclusión de que después de tantos años, de tantas cosas, de tanta vida que había pasado, era la primera vez que estaba definitivamente sola.
Algo voy a tener que hacer, dijo, empezar de nuevo. Como si todo esto nunca hubiera existido.
A quién quiero engañar, dijo después, mientras volvía al baño y se sacaba el buzo y el pantalón y la remera y la bombacha.
Se pasó la mano por el cuello y la deslizó hasta el esternón. Lo frotó tres o cuatro veces, mientras se miraba al espejo. Con los labios pegados, empezó a jugar con la acustica del baño, como si se cantara una canción de cuna.
Desnuda, bajo el agua de la lluvia, se masajeó la cara.
¿Qué es lo que estoy cantando? se preguntó mientras se enjabonaba despacio. Y repitió: No veeeeeeeeeeeeeeeees... y no pudo seguir porque no recordaba esa letra, ni siquiera quién era que cantaba algo así.
Cuando terminó de bañarse, envuelta en el toallón y mirándose de nuevo al espejo, mientras las gotas que caían del pelo le mojaban los hombros, cantó:
"No tengo agua caliente en el calefón, no tengo que escribir canciones de amor"
Ah, por fin, dijo cuándo recordó exactamente qué cantaba.
No ves que espero resucitar, gritó, mientras miras esos... ojos de video tape.
Volvió a la cama y todavía un poco mojada, siguió cantando. Porque cantar es rezar dos veces.