domingo, marzo 04, 2007

Pista

Salvador y Muv salen a bailar en el bloque de clásicos del casamiento de Leni y Pedro.
Al lado de Salvador, en la pista, una chica rubia de vestido colorado, baila y sonríe hacia todos los costados pero especialmente hacia el lado en el que Salvador baila. La chica pasa de mano en mano, de brazo en brazo, parece divertida. Es una linda chica que está sentada en la mesa de solteros disponibles y Muv no entiende bien por qué una chica como esa no tiene novio. En dos ocasiones, coinciden sus miradas. La rubia le sonríe a Muv, Muv devuelve el mismo gesto y la ve tan espléndida, tan absolutamente hermosa que hasta llega a sentirse un poco mal.
Qué me está pasando, se pregunta para adentro, yo nunca me mido con las otras mujeres.
Me voy a sentar, le dice a Salvador.
Salvador contesta vamos y Muv insiste: no, quedate, quedate, descanso un rato y vengo.
Se sienta en su mesa que está vacía. Se sirve una copa de vino y mira desde lejos a Salvador. Siempre le gustó verlo bailar.
Ve que la chica rubia que sonríe se pone frente a él. Siguen bailando como antes de que Muv saliera de la pista. Salvador también sonríe. Le dice algo al oído.
Muv toma otro sorbo de vino. Vuelve a sentirse ajena a todo y a todos en la fiesta, como casi siempre desde que tiene uso de razón.
La tía de Leni se acerca a la mesa. Se sienta.
Qué hace una chica tan linda sola, pregunta, andá a divertirte con tu novio.
Estoy cansada, dice Muv sonriendo, descanso un rato y vuelvo.
Linda fiesta, no?
Muv conversa con la tía sin despegar los ojos de Salvador y la rubia. Ahora, Salvador la tiene de la mano mientras la chica gira.
La tía le alaba el vestido a Muv, le dice que está preciosa, preciosa, que como cambia una cuando se viste de fiesta y Muv responde que sí. A todo que sí.
Termina la música y de a poco, la pista queda vacía. Salvador y la rubia se quedan conversando a un costado.
Salvador tiene una mano en el bolsillo del pantalón, la corbata floja y se rie de costado. La chica lo mira, cada tanto sacude el pelo, mira hacia los costados y vuelve a mirarlo. Cuando los mozos empiezan a servir la mesa, Salvador vuelve. Le da un beso en el cuello a Muv.
Estoy hecho sopa, le dice.
Sí, bailaste mucho, contesta ella. Creo que voy a salir a fumar.
¿Ahora? Ya llegó la comida, se nos va a enfriar todo.
Quedate. Fumo y vuelvo.
Muv se para. Cruza el salón, le sonríe a Leni que le grita desde la mesa principal. Apreta el atado de cigarrillos fuerte, aunque siente que el cuerpo le tiembla y que podría caerse por culpa de esos zapatos malditos.
Esa es una chica para Salvador, piensa mientras enciende el cigarrillo, una chica que baila y sonrie. A Salvador le gusta.
Camina de un lado a otro en la parte externa del salón que tiene un paisaje caribeño artificial y unas cascadas.
Si no es esta chica rubia que sonríe, será otra, pero alguna va a ser. Lo huelo.
Cierra los ojos. Pita una vez más y deja que el humo le recorra el cuerpo e imagina que cuando termine de fumar, encontrará a la chica rubia sentada en su silla, hablando con Salvador, de lo más entretenidos.
Me dan ganas de salir corriendo, piensa y no sabe si correría hacia la mesa o a su casa, a sacarse el vestido, atarse el pelo y lavarse la cara y meterse en la cama, tapada hasta la cabeza.
Se acerca al cenicero y apaga el cigarrillo. Se mira los dedos y siente una ganas tremendas de llevarse el pulgar a la boca, de arrancar uno o dos pedazos de piel despegados hasta deshacerse de ellos por completo, pero prometió que esta noche no se comería los dedos.
Vuelve a imaginar a la chica rubia. Esta vez, no está sentada en su silla. Camina de la mano de Salvador por la calle y está contenta. Salvador también está contento. La imagen la entristece, en cierta forma pero por otro lado siente que es una imagen perfecta. Que le queda justa a Salvador.
Sacude la cabeza y se desentiende de su imaginación. Se ubica de espaldas al salón, mirando hacia la cascada y se lleva la mano a la boca. Muerde una vez, dos veces. Roe la piel y siente que la poca pintura labial que le quedaba, se le corre.
El dedo sangra. Le arde un poco. Lo aprieta con la otra mano. Lo chupa hasta que deja de sangrar.
Pasa las yemas por encima y por debajo de la boca. Se mira en el reflejo del vidrio al darse vuelta y ve que todo está en orden.
Camina hacia la mesa.
La chica rubia está sentada en su silla. Muv la mira y después lo mira a Salvador.
Es la hermana de Pedro, le cuenta.
Hola hermana de Pedro, dice Muv, estás sentada en mi silla.
Ella es Muv, dice Salvador.
La famosa Muv, dice la chica rubia, parándose.
Sí, la misma, dice Muv y lo mira a Salvador que mete algo en el bolsillo, esperando que continúe con la presentación, pero Salvador, lo único que dice es: después la seguimos.
La chica vuelve a su mesa. Salvador conversa con su vecino de silla.
Muv toma vino. Unas mujeres hablan entre ellas de colegios y chicos y bebés.
Cuando terminan el plato, vuelve a empezar la música. Esta vez, rock nacional y salen todos otra vez a bailar, menos Salvador y Muv que continúan sentados.
Muv endereza la espalda. Acerca la silla a la de Salvador.
Mostrame, le dice.
Qué, pregunta Salvador.
Mostrame, insiste.
Qué querés que te muestre, dice molesto Salvador.
Te ví, Salvador. Mostrame.
Salvador mete la mano en el bolsillo y muestra un papel que dice Silvina y un número de teléfono.
Yo no se lo pedí, explica.
Muv le cierra la mano.
Te mordiste los dedos, le dice.
Sí, responde Muv y los ojos se le ponen tristes.