Mientras Muv preparaba café para tres, Ramiro se sentó cerca de Salvador, en el sillón del living.
No hizo más que hablar de vos, le dijo, a lo mejor queriendo tranquilizarlo, en voz baja.
Yo no tengo nada que escuchar de lo que vos digas, contestó Salvador, ni siquiera sabía que estabas acá. De haber sabido, no venía a esta hora. Venía antes.
Ramiro se sonrió.
Todavía tenemos nuestra famosa diferencia, no? le preguntó en el mismo tono.
A vos qué te parece, respondió Salvador, levantándose y caminando hacia la cocina.
En la cocina, Muv guardaba el tarro de café en la alacena y cuándo lo vio llegar, se sorprendió.
Te escuché, le dijo a Salva, lo llamé yo. Yo lo invité. No te enojes con Ramiro. Enojate conmigo.
De todos los nombres que hay en tu agenda suplente, tuviste que elegir a este que se las tomó sin decir buenas noches de buenas a primeras y al que te quedaste esperando un año. Todavía me acuerdo la noche que volvió y te hizo el novio. Una semana duró y se las volvió a tomar.
Y cuándo me enteré que tenía otra novia y que estaba a punto de casarse, me metí en la cama por un mes y dejé de comer, recordó Muv.
Me dan ganas de matarte, le dijo Salva, arrugando y estirando un repasador mientras hablaba.
Muv se quedó callada.
No hice más que hablar de vos, dijo Muv y se le llenaron los ojos de lágrimas. No sé qué vamos a hacer.
Yo sí, dijo Salvador y salió de la cocina, llegó al living y sonrió.
Gracias por venir, Ramiro. Muv y yo tenemos mucho que hablar y agradeceríamos mucho que te fueras a tu casa porque lo que tenemos que hablar es importante. Sin rencor, todo bien, eh.
Muv estaba parada detrás de Salvador. Lo miró como si fuera la primera vez que lo miraba. Lo vio más alto, más grande, con una decisión al hablar que no le conocía.
Ramiro miró a Muv que miraba a Salvador, mientras Salvador se acercaba lentamente, decidido a abrirle la puerta.
¿Qué hago? le preguntó Ramiro a Muv.
Te llamo y hablamos, Rama, dijo Muv. Gracias por venir.
Muv no despegó los ojos de Salvador mientras le habló a Ramiro.