miércoles, febrero 14, 2007

Cicatrices

Sólo falta el mar, de fondo. Nos vendría bien el ruido a mar, dice Salvador.
Están casi desnudos. Se tocan las cicatrices mutuamente y con un dedo. Primero, Muv. Pasa el índice por la ceja, por el mentón y la cara interna del brazo de Salvador.
Bicicleta, dice él cuando ella le toca la ceja. Fulbito, cuando le toca el mentón. Pelea a la salida del colegio, lo del brazo.
No sabía que te habías agarrado a trompadas, dice Muv. ¿Con quién?
Con el polaco. Por tu culpa.
Ella se ríe. Se acuerda del polaco. El más rubio de todos los que le dieron un beso.
Él la sacude un poco. Basta, le dice. Basta de qué, dice ella, que continúa riéndose a lo pavo. Basta de pensar en el polaco. Te tengo junada.
Después, la registra. No hay cicatrices en la cara.
Tantos años juntos, dice él, y nunca pude hacer esto hasta ahora. Baja con la cara y con la mano. Una cicatriz finita en la base de la muñeca, una cicatriz vieja, casi ni se ve.
Un accidente doméstico. Fue sin querer, cuenta Muv. Salvador gruñe un poco y sigue revisando. Llega a sus piernas. Nada.
Date vuelta, le dice. Nada. Pecas, lunares. Cicatrices, cero.
Muv queda de espaldas sobre el colchón después de zafarse de Salvador. Se levanta la remera.
Esa cicatriz ya la tengo vista, dice Salvador.
Ya sé. Es la única que tengo.
¿Estamos compitiendo? pregunta Salvador.
Muv dice que no. Salvador recorre la cicatriz con forma de S mayúscula que le parte el cuerpo en dos a Muv, de ida y de vuelta.
Espero que esta S no sea de Salvador.
Yo también, dice Muv y se empieza a quedar dormida.