miércoles, febrero 28, 2007

Muleta

¿Cómo va todo con la muleta? pregunta Leni y se sienta frente a Muv.
No hables así de Salvador, Elena, dice Muv. Salvador no es ninguna muleta.
Por favor, dice Leni, por lo menos acá, hablemos claramente: Salvador es tu muleta, Mabel. Y ni siquiera lo condeno. Todos hemos necesitado una muleta alguna vez pero lo hemos tenido claro y llegado el caso, lo hemos declarado ante quién corresponde.
Muv se pone la mano en la boca, empieza a roer con fuerza el costado derecho del dedo mayor. Leni le pega un golpe en la mano, la reta. Sacate la mano de la boca, le dice.
Muv hace caso por un instante pero ante el mínimo descuido vuelve a morderse despacio y fuerte.
A mí ni siquiera me parece mal que te apoyes en Salvador. Pero, digo, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que esa historia no es LA historia que vos querés.
Por qué no, estoy más contenta, estoy tranquila, hace rato que no lloro, dice Muv.
Sí, claro. Ahora cambiaste el momento de llorar por el de lastimarte. El tema de comerte los dedos había quedado en el olvido hasta hace cuánto... Un año, más o menos.
Es que me ponés nerviosa, contesta Muv. A veces, necesito que me dejen un poco en paz.
Leni suelta una carcajada.
Para qué querés un poco de paz, si vos estás tranquila, le dice.
Nunca me gustó el primer plano, responde Muv.
Terminemos con esto, dice Leni, llamemos a las cosas por su nombre: Salvador no es más que una muleta y es comprensible. Estás cansada, te duele el cuerpo de probar y probar y este pibe es lo más cómodo, lo menos complicado. Le conocés todas las vueltas, lo podés manejar y además, está enamorado de vos desde hace décadas. Ahora bien, ¿qué va a pasar con vos el día que te convenzas definitivamente de que lo de Salva no le sirve a nadie?
No es así, dice Muv, no digas esas cosas. Parece que no nos conocés.
Justamente, dice la otra estirándo el brazo y sacándole a Muv la mano de la boca, porque te conozco puedo hablar. Esta "cosa" que estás armando con Salvador es una especie de cuentito que ni vos misma te crees. Vos ya sabés que esto termina mal, o mejor, ya sabés que no sirve. Y sin embargo, te aferrás como el rengo a la muleta. Pero, vos viste cómo es, una muleta es siempre una muleta, nunca va a ser una pierna.
Yo sé que si le pongo ganas, puede funcionar, dice Muv.
¿Tenés que ponerle ganas, Mabel? pregunta Leni, ¿no te vienen las ganas solas? No ves, te querés convencer de algo que no existe. Y ni Salvador te cree.
Muv dice ya sé. Y dice ya sé con resignación.
Igual, no estoy en condiciones de abandonar esta "cosa" como vos decís, le dice a Leni. No quiero, no puedo, no me sale. El día que me dé cuenta de que todo es como vos decís, veré. Ahora está todo bien.
Es mentira, dice Leni, indignándose, es mentira que todavía no te diste cuenta. Salvador está lejos de ser ese tipo del que me hablaste durante días y días. El que te ponía a raya pero sin que te molestara, al que ibas a querer ver todo el tiempo, del que no te ibas a poder despegar. Y todo eso sin obligarte.
Yo quiero todo eso con Salvador, dice Muv. De verdad.
Pero Salvador no es ese tipo. A vos te da lo mismo si Salvador va o viene, Muv. Si mañana te dice: me enganche con otra mina, vos le vas a decir: bueno, contame todo. Te chupa un huevo, te da igual. Lo único que estás haciendo es estirando algo que sabés que no va. Y es de mala mina entusiasmarlo a Salvador, hacerlo esperar, decirle que ya va a estar todo bien, cuándo vos sos la primera que sabe que no va. La "cosa" esta, no va. Y cuándo estés podrida de hacer de cuenta que funciona, cuándo termine la espera, cuándo no te quede más por comprobar, va a ser un drama. Y un drama por partida doble. Y yo no sé a quién voy a tener ganas de consolar, Muv. Por lo menos, Salvador no tiene nada de qué convencerse, él tiene clarísimo lo que le pasa con vos y aunque no termina de creerte, supone que en algún momento, las cosas se van a encarrilar; pone todo ahí, te espera, te hace el aguante - como puede, claro- intenta ser lo que vos querés; y por Dios que ese pibe se dejaría cortar un brazo por vos, eh. Pero vos no te lo merecés. Sos una egoísta diplomada, Muv.
Se quedan calladas. Leni se para, vuelve con un atado nuevo de cigarrillos. Enciende uno.
Muv se presiona el dedo mayor que finalmente hizo sangrar.
Es tan fácil ser yo, para vos, le dice Muv a Leni.
No digo que sea fácil. Digo que no voy a ser tu cómplice. Porque sos egoísta y cagona. Lo mejor que les podría pasar es que Salva conozca una mina que lo vuelva loco. Más loco que vos.
Ya sé, dice Muv. Y se abraza las rodillas y se queda hecha un bollito al lado de la amiga que ahora va a buscar agua oxigenada y una curita para detener la sangre del dedo.